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¿Has notado que con el paso de los años tu sonrisa no es tan blanca como solía ser? No estás solo. La tendencia a que los dientes adquieran un tono amarillento o grisáceo después de la juventud es un fenómeno natural y muy común en la edad adulta.
No se trata necesariamente de un descuido en la higiene; es el resultado de una combinación de biología, desgaste y hábitos acumulados a lo largo de décadas. Aquí te explicamos las principales razones de este cambio de color.
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El Desgaste del Esmalte Revela la Dentina
Esta es la razón más importante y biológica del amarilleo. Para entenderlo, primero hay que conocer la anatomía de un diente:
- Esmalte: Es la capa exterior del diente. Es la sustancia más dura del cuerpo y es de color blanco o ligeramente translúcido. Actúa como nuestro escudo protector.
- Dentina: Es la capa que se encuentra justo debajo del esmalte. La dentina es de color naturalmente amarillo.
Con el paso de los años, el esmalte se enfrenta a un desgaste constante (por la masticación, el cepillado e incluso el contacto ácido). Aunque este desgaste es microscópico, es acumulativo.
A medida que el esmalte se adelgaza, el color amarillo inherente de la dentina subyacente comienza a transparentarse más. Es como si la capa de pintura blanca de tu casa se desgastara, dejando ver el color original de la madera. El diente no está más amarillo; el color amarillo que siempre estuvo allí se hace simplemente más visible.
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Los Cambios de la Dentina con el Tiempo (Oscurecimiento)
La dentina no solo se expone más, sino que también cambia internamente. A diferencia del esmalte (que es tejido muerto), la dentina es un tejido vivo que contiene túbulos microscópicos.
Con la edad, la dentina tiende a volverse más densa y a oscurecerse de forma natural. Los minerales que la componen se modifican, haciendo que su coloración amarilla sea más intensa y menos brillante, contribuyendo aún más al aspecto general de un diente envejecido.
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Acumulación de Manchas de los Alimentos y Bebidas (Manchas Extrínsecas)
Además del desgaste biológico, los hábitos de consumo dejan su huella. A lo largo de los años, los poros microscópicos del esmalte absorben pigmentos de todo lo que consumes, lo que se conoce como manchas extrínsecas.
Las principales “culpables” que contribuyen a este amarilleo acumulativo son:
- Café y Té: Tienen altos niveles de cromógenos (compuestos que producen pigmentos).
- Vino Tinto (y, a veces, el Blanco): Contienen taninos que se adhieren al esmalte, facilitando que el color se pegue.
- Bebidas Gaseosas y Cítricos: No solo tienen colorantes, sino que su alto contenido ácido debilita temporalmente el esmalte, haciéndolo más vulnerable a las manchas.
- Tabaco: La nicotina y el alquitrán producen manchas marrones y amarillas muy difíciles de eliminar.
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El Factor Genético
Aunque el proceso es universal, la rapidez y el grado de amarilleo varían entre personas. Esto se debe a la genética. Algunas personas nacen con un esmalte que es naturalmente:
- Más grueso: Lo que ofrece una protección más duradera contra la exposición de la dentina.
- Más opaco: Lo que oculta mejor el color amarillo de la dentina.
Si tus padres tienen dientes que amarillearon temprano, es posible que tengas una predisposición genética similar a tener un esmalte más delgado o más translúcido.
¿Se Puede Evitar o Revertir?
Si bien el amarilleo relacionado con la edad es inevitable hasta cierto punto, puedes mitigar el proceso y revertir las manchas acumuladas:
- Higiene Rigurosa: Cepillarse dos veces al día y usar hilo dental reduce la placa que puede intensificar las manchas.
- Control de Consumo: Modera las bebidas y alimentos altamente pigmentados. Cuando los consumas, intenta beber agua después para enjuagar el esmalte.
- Blanqueamiento Profesional: Los tratamientos de blanqueamiento con peróxido de carbamida o peróxido de hidrógeno aplicados por un dentista son la forma más segura y efectiva de eliminar las manchas extrínsecas y aclarar la dentina.
El amarilleo es una señal de que has vivido y comido a lo largo de muchos años. Entender la ciencia detrás de ello ayuda a diferenciar entre el desgaste natural y los hábitos que podemos cambiar.
¿Qué hábitos cambiarías hoy para proteger el esmalte restante y mantener tu sonrisa más brillante?